¿Quién dijo que el metalcore se estaba volviendo monótono? Cuando Parkway Drive desembarca en una ciudad, la rutina arde y se descompone en un espectáculo monstruoso. En pleno Zénith de París, uno de los templos europeos del volumen, los reyes australianos montaron una fiesta de dos décadas… y dejaron sin excusas a los que pensaban quedarse sentados. ¿Preparados para un repaso inmersivo de la noche en que la furia y el músculo del metalcore arrasaron París?
El rugido australiano toma París: Parkway Drive y amigos
Octubre de 2025. La humedad flotando en el aire de una ciudad que nunca duerme, y el Zénith convertido en un hervidero de melenas y camisetas negras. Los riffs ya retumbaban mucho antes de que Parkway Drive subieran al escenario, pero aquí nadie vino a templar gaitas: la noche era parte de la gira del 20º aniversario del grupo, con un elenco genuinamente Aussie, pura exportación de Brisbane al mundo. ¿El resultado? Un triple golpe directo a las vértebras de los asistentes.
The Amity Affliction: Estreno sangriento e impecable
Nada más abrir puertas, The Amity Affliction se encarga de calentar lo que ya era una caldera. Con cambios en la formación (Jonathan Reeves al bajo y voz melódica tras la salida de Ahren Stringer) pero el ímpetu intacto, el show es una descarga de rabia, dolor y camaradería. “Pittsburgh” explota desde el primer minuto, y el Zénith vibra con esos breakdowns que se sienten casi físicos. Joel Birch —aúlla como si su garganta pudiera desgarrar el techo—, y cada tema golpea hasta el hueso, desde “All That I Remember” hasta el inevitable “Soak Me in Bleach”. Puede que fueran pocos minutos, pero a veces, con el metalcore, más vale un asalto brutal que una novela de tres tomos.
Setlist – The Amity Affliction
- Pittsburgh
- Like Love
- Drag the Lake
- All That I Remember
- All My Friends Are Dead
- Death’s Hand
- I See Dead People
- It’s Hell Down Here
- Soak Me in Bleach
Thy Art Is Murder: Deathcore meticulosamente salvaje
Tras el shock inicial, la maquinaria se pone aún más pesada. Thy Art Is Murder toman el relevo, desplegando su deathcore apisonador en una atmósfera donde el bombo parece un martillo neumático y las guitarras, una amenaza nuclear. El sonido —quizá excesivo en las percusiones— no impide que la “Blood Throne” saque a relucir la verdadera naturaleza de la bestia. Menos movilidad de lo habitual (la escenografía a lo parque temático post-nuclear no daba para muchos brincos), pero un empuje profundo. Y la audiencia, atrapada entre la tensión y la brutalidad, se mantiene firme, aunque los pogos aún piden más gasolina. “Holy War” —mi punto álgido—, sigue siendo un puñal. Sin dócil, sin concesiones.
Setlist – Thy Art Is Murder
- Blood Throne
- Fur and Claw
- Death Squad Anthem
- Join Me in Armageddon
- Slaves Beyond Death
- Holy War
- The Purest Strain of Hate
- Keres
- Puppet Master
Parkway Drive: la liturgia del caos
El interludio revela la monstruosa plataforma colocada en el centro, un cuadrilátero de asfalto imaginario donde pronto estallaría el verdadero infierno. Clásicos del pop pre-show (¿Phil Collins, Bon Jovi? Así somos los metaleros) y una tensión eléctrica flotando en el ambiente. En ese momento, las luces se apagan, y los focos explotan sobre el público: Winston McCall surge como un Mesías post-apocalíptico, envuelto en harapos blancos y la cabeza decolorada, abriéndose paso entre la multitud, abanderado, sudor y gritos mezclándose, yendo directo a la batalla.
El arranque con “Carrion” desde la plataforma central es pura catarsis. Parkway Drive desafían toda lógica de la física del directo: fuego, chispazos, una pasarela descendiendo sobre el público (¡y eso solo para arrancar “Prey”!), una escenografía evocando ruinas urbanas, y una energía casi religiosa.
Una puesta en escena que derrite retinas
La inmersión no es una palabra vacía. “Glitch” y “Sacred” aceleran el pulso. Ben Gordon, el flautista metálico tras su batería enjaulada, demuestra que el groove no es solo cosa de los norteamericanos. Con “Boneyards”, la fiesta alcanza cotas insospechadas cuando Joel Birch (sí, de Amity Affliction) reaparece y convierte aquella plataforma central en el epicentro de una tormenta eléctrica, luces verdes que ciegan, moshpits que son mareas humanas. Y McCall, cada vez más crudo, invita a los parisinos a dejarse la piel.
De lo fraternal a lo insano: homenaje y clímax
Antes de atacar “Horizons”, Winston tiene un gesto que lo define: reconoce la hermandad australiana, saluda a los compañeros de gira y deja claro que, para Parkway Drive, el metal es cuestión de familia y tribu. El tiempo parece diluirse cuando la banda arrastra al público entre temas emblemáticos, sin dejar que nadie respire, de “The Void” a la enfermiza belleza de “Darker Still”.
Y cuando parecía que ya no había gasolina, la traca final sorprende: “Crushed” (con solo de batería que retumba como un trueno) y “Wild Eyes” cierran un concierto que, sinceramente, deja el listón donde muy pocos pueden llegar.
Setlist – Parkway Drive
- Carrion
- Prey
- Glitch
- Sacred
- Vice Grip
- Boneyards (con Joel Birch)
- Horizons
- Cemetery Bloom
- The Void
- Wishing Wells
- Dark Days
- Idols and Anchors
- Chronos
- Darker Still
- Bottom Feeder
Encore:
- Crushed (y solo de batería)
- Wild Eyes
Noches así justifican el metal
No fue solo un homenaje a 20 años, ni una excusa para bailar pogos o soltar adrenalina. Fue una experiencia multisensorial que redefinió el concepto de espectáculo metalcore. Parkway Drive demostraron que, después de dos décadas, siguen siendo igual de peligrosos, igual de ambiciosos. Un muro sónico y visual que, para quien lo vivió, probablemente tarde mucho en ser superado. París ardió esa noche, y ni todos los fuegos artificiales de la ciudad pudieron igualar el peso de los acordes. Metalcore, en estado puro. Para incrédulos y devotos por igual.