David Ellefson revela cómo Kiss y la salida de Ace Frehley marcaron su vida musical

¿Puede el vacío que deja un guitarrista en la historia del rock medirse en la misma escala que el luto global que vivimos con la partida de Eddie Van Halen? David Ellefson, ex bajista de Megadeth —y uno de esos tipos que olfatean la épica y el drama del metal como un sabueso hambriento— cree que sí. El motivo tiene nombre, maquillaje y una guitarra que parece llegada de otra galaxia: Ace Frehley. Si pensabas que ya estaba todo dicho sobre el Spaceman de Kiss… prepárate, porque hoy vamos a meternos hasta el tuétano de su legado y a descubrir por qué tantos rockeros aún beben, y bastante, de su licor cósmico.

El terremoto de una despedida: Ace Frehley y la sombra de Eddie Van Halen

El rock lleva décadas tragando muerte e idolatría a partes iguales. Pero hay ausencias que no se digieren. El pasado 16 de octubre, Ace Frehley nos dejaba a los 74 años, víctima de una caída tan brutal e inesperada que todavía resuena entre los riffs del mundo. Y David Ellefson lo dejó clarito en la radio: perder a Ace es como perder a Eddie Van Halen. “Diferentes, sí, pero ambos igual de imprescindibles”. No es cuestión de comparaciones simplonas, no. Hablamos de dos tipos que patearon la puerta del club más sagrado del rock con guitarras que escupían rayos y chispas.

Ellefson, tipo que no regala elogios ni aunque le conviden un jarrón de Jägermeister, va más allá de la técnica. Porque, al final, ¿de qué sirve tocar como un demonio si no haces soñar a generaciones enteras? “No era solo cuestión de querer rasgar las cuerdas —dice Ellefson—. Era el deseo de ser una maldita estrella del rock. De esos que bajan del escenario y parecen flotar”.

Kiss: el circo que nos enseñó a soñar a lo bestia

Kiss no solo cruzó límites, los dinamitó. Pirotecnia salvaje, botas de dragón, sangre (falsa… o a veces no tanto), y el convencimiento adolescente de que cualquier cosa era posible. Eso, para Ellefson, fue una religión. “Kiss eran mis Beatles”, confiesa. Y no exagera. El primer vinilo que cayó en sus manos fue Destroyer, el tótem sonoro de kilómetros de juventud y de miles, sí, miles, de futuros músicos que se atrevieron a mirarse en el espejo con maquillaje barato y un palo de escoba a modo de guitarra.

Ace no era solo el guitarrista raro del grupo. Era el héroe absoluto para miles de chavales torpes, que por fin veían que la actitud puede ser tan potente, o más, que una técnica virtuosa. La influencia que él y Eddie compartían —ese fuego interno— va más allá de lo estrictamente musical. Es poética pura: querer ser algo grande sin perder el toque travieso y peligroso de los verdaderos iconos.

Altitudes & Attitude: cuando los ídolos se cruzan

Lo mejor de todo: Ellefson terminó colaborando con Frehley en Altitudes & Attitude. Por si aún quedaban dudas del respeto (casi devoción) que sentía por el Spaceman. Y no fue un tributo vacío ni un intercambio de saludos de backstage; fue una oda en directo, genuino, a la amistad y la admiración mutua.

Un legado de guitarras: de “Shock Me” a “New York Groove”

Por mucho que digan algunos críticos pedantes, Ace Frehley se plantó en el Olimpo del rock con temazos como “Shock Me”, ese himno para encender chispas en fiestas de dormitorio a medianoche; “Cold Gin”, perfecta para resucitar a cualquier muerto a base de riffs y alcohol; o la ultra pegajosa “New York Groove”. Un legado que se huele, se siente, y retumba en el suelo como una vibración sorda.

El último trabajo en solitario de Ace, 10,000 Volts, fue saludado por Ellefson como el mejor que había hecho desde los años 70. No se tiran esas flores así porque sí, sobre todo viniendo de un ex Megadeth acostumbrado a medir el volumen del caos con precisión quirúrgica.

Ace Frehley: el adiós del Spaceman, pero no del mito

El 2024 ya es un año negro para los que crecimos entre portadas de vinilos y revistas polvorientas de rock. Ace se fue en Morristown rodeado (dicen) de cuchicheos suaves, árboles otoñales y el rumor constante de que nunca más habrá otro igual. Su obra queda ahí, imborrable como una quemadura ácida.

Lo jodido de perder gigantes es que siempre creemos que aún quedaba tiempo. Héroes de carne, hueso, maquillaje y guitarras custom. La lección: mientras alguien pinche “Shock Me” o se plante subir a un escenario para emular a sus monstruos favoritos, Frehley nunca supo realmente lo que era “irse del todo”.

Entrevista completa: David Ellefson rinde homenaje a Ace Frehley

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