El nuevo guitarrista de Linkin Park revela por qué Brad Delson prefiere mantenerse alejado de la vida en la carretera


¿Quién dijo que la vida de rockstar era para todos? Mientras Linkin Park prepara su nueva era post-Chester y la maquinaria del nu metal vuelve a rugir, una figura histórica se mantiene entre las sombras del escenario: Brad Delson. ¿Misterio? ¿Polémica? ¿Desgaste? El reciente fichaje del grupo, Alex Feder, lo ha soltado sin rodeos: girar por el mundo… no es para cualquiera. Y ojo, que esto no solo va de tocar acordes, va de resistir un tsunami emocional y físico. ¿Te atreverías tú?

Brad Delson: presente en alma, ausente bajo los focos

De repente, en pleno 2025, Linkin Park vuelve a sonar en directo y los fans explotan en estadios gigantes por Europa. Pero ni rastro de la melena rizada del guitarrista original. Alex Feder, su relevo en los directos, va directo a la yugular: “Girar es un deporte de contacto. Aviones, ciudades anónimas, perderte cumpleaños, jetlags de infarto. Hay que estar hecho de hierro, y aún así, te puede pasar factura”. Y así, sin anestesia, deja claro que el escenario no es terreno de juego para todos.

Pero, ¡ojo! Delson no ha colgado la guitarra. Ni mucho menos. El tipo sigue al mando de la nave, manejando los controles de producción, inventando riffs en las cavernas del estudio y diseñando el sonido de todo lo que pisa el nombre Linkin Park. No pisa el escenario, pero sigue moviendo piezas en el tablero. Manos en la masa, mente en la estrategia. El genio tranquilo.

Resucitando a Linkin Park: nuevas caras, viejas cicatrices

Ha pasado un terremoto. La muerte de Chester Bennington supuso para el grupo un golpe letal, el típico que te arranca las ganas de respirar. Ocho años después, la bestia se despierta. Mike Shinoda recupera la brújula. Y Linkin Park resurge de sus propias ruinas con refuerzos: Emily Armstrong y la nueva bestialidad titulada From Zero (2024). ¿Renovación o nostalgia? Da igual, porque suenan más vivos que nunca.

Pero la épica no termina en el estudio. Para 2026, se viene una gira mundial apoteósica: cita en Lyon (Groupama Stadium, 16 de junio), parada en el Rock Werchter de Bélgica (28 de junio), y Zurich tiembla un 30 de junio. Europa va a ser un hervidero… con o sin Delson sobre las tablas.

¿Rockstar o mortal? El precio del directo

Lo de girar es, literalmente, una trituradora. Lo dice Feder -y lo sabe cualquiera con un mínimo de conciencia de lo que pasa detrás del telón-. No es solo sudar bajo los focos o dejarte el alma en un solo: es vivir fragmentado, con mezcla de pastillas para dormir, abrazos por videollamada y el reloj biológico destrozado. Y si no lo disfrutas… es un infierno. Hay quien lo aguanta y quien, simplemente, decide bajarse del tren. Delson, lejos de quemarse, elige otro camino: crear desde la trastienda, dar forma al próximo himno, seguir decidiendo el futuro de la banda sin pisar las tablas.

Linkin Park: enfrentando la historia y mirando hacia delante

Hay algo grande en la lealtad de Delson al grupo, aunque sea desde la sombra. Es ese tipo de león silencioso que rugía hace dos décadas sobre los escenarios y ahora, sin focos, sigue ladrando igual de fuerte en cada track. Linkin Park ha demostrado que la supervivencia y la reinvención no siempre entran por la puerta principal. Delson sigue siendo cerebro, pilar y corazón, aunque su cuerpo no cruce el umbral de la tarima.

Así que, mientras la banda pisa fondo y vuelve a la cima –para deleite de los amantes del metal alternativo y el rock más rabioso–, Delson permanece como guardián en la sombra. Muchos lo criticarán. Otros lo entenderán. Pero todos, absolutamente todos, saben que la criatura llamada Linkin Park nunca sería lo mismo sin su arquitecto invisible.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio