¿Quién dijo que el thrash metal era cosa de stagnación? Cuando todo parece controlado y seguro, el universo metalero te golpea en plena cara: Dave McClain abandona Sacred Reich, justo cuando las expectativas por la próxima gira y el nuevo disco estaban a punto de explotar. ¿Puñalada inesperada o evolución necesaria? Hardcore, emociones crudas y fanáticos preguntándose “¿y ahora qué?” El escenario tiembla; las aguas se agitan. Y sí, el metal sigue siendo ese lugar donde la estabilidad dura lo que un blast beat.
El temblor sordo antes de la tormenta: McClain dice adiós
Octubre ha tenido el efecto de un portazo en la madriguera thrash: Sacred Reich deja claro en sus redes que ya no cuentan con Dave McClain a la batería. Brevedad, tal vez para no abrir llagas; ningún escándalo, ninguna palabra de más. Solo un comunicado seco, directo al corazón de los seguidores. La pregunta flota densa en el ambiente: ¿ha sido rápido, ha sido cordial, ha habido bronca entre bambalinas? Oficialmente, hermetismo absoluto. Quizá es mejor así, toda gran banda conserva sus sombritas detrás del telón.
La vida sigue: Gira europea, nuevo batería, mismas ganas de machacar
¿Y dejar colgada la gira? Ni de coña. La bestia sigue rugiendo y Sacred Reich se lanza a la carretera; han reclutado, casi a contrarreloj, a Eduardo Baldo. Brasileño, potente, curtido en Red Devil Vortex. El tipo llega con las baquetas ardientes y dispuesto a aguantar el chaparrón. Le han agradecido el salto al vacío y el vértigo está garantizado: noviembre será una ruleta rusa, con público europeo anticipando cada golpe de bombo como si fuera el último. Apuesta arriesgada, adrenalina pura.
El pulso de la historia: McClain, un ciclo que regresa y se cierra
McClain, esa leyenda semiclandestina. Ya tuvo su primera etapa con Sacred Reich de 1991 a 1995, con solos de batería que hacían temblar Arizona entera, y años después, tras curtirse en Machine Head, regresó en 2018. Y no volvió a calentar la silla: su presencia fue gasolina extra en “Awakening”, esa descarga que resucitó a la banda tras 23 años sin plasmar rabia en vinilo. Con él el thrash se actualizó, recuperó músculo. Pero, ¿y ahora? Deja el listón tan alto como la incertidumbre.
¿2026? Nuevo disco, nueva etapa… ¿nuevo Sacred Reich?
En pleno proceso de grabación, se avecina Into the Abyss para primavera de 2026 bajo el estandarte de Metal Blade Records. Ellos mismos lo sueltan con un halo de misterio: «Vienen cosas grandes». ¿Un disco sin McClain sonará a otro mundo, a ruptura, a renacimiento? El nombre del álbum parece un presagio. Solo sabemos que la máquina no para y que Phil Rind y compañía no tienen intención de dormir en los laureles. El futuro, directamente entre amplificadores saturados y la incertidumbre de lo que pueda salir del infierno.
La resistencia nunca se apaga: Sacred Reich, más vivos que nunca
De aquí a que termine 2025, los escenarios seguirán ardiendo sin McClain, pero con esa furia primitiva que distingue a los sobrevivientes de pura cepa. Los fans rugen, las expectativas suben, y la banda abraza –quizá a regañadientes, quizá con hambre renovada– ese futuro en el que todo puede pasar. Nadie dijo que el thrash fuera una senda fácil. Pero, ¿acaso lo fácil alguna vez forjó leyendas?