Tim Lambesis rompe su silencio y revela cómo vivió la caída de As I Lay Dying


¿Qué puede hacer un frontman al filo del abismo? Cuando todo estalla y las redes vuelan cuchillos más afilados que un riff de Slayer, la mayoría echa a correr o recita disculpas prefabricadas. Pero Tim Lambesis, ese volcán con tatuajes y barba esculpida, escoge otra vía: no lloriquea, ni se viste de víctima. Prefiere incendiar los puentes y bailar sobre las cenizas. Así ha renacido As I Lay Dying, tras una implosión interna tan bestial como su nuevo sonido. Prepárate, porque aquí nadie sale ileso.

La presión explota: As I Lay Dying arde desde dentro

Noviembre de 2024, y se respira veneno en los camerinos de As I Lay Dying. No queda ni el eco de la formación original: uno a uno, todos los integrantes vuelan la banda, dejando solo a Tim Lambesis al timón de este barco fantasma. ¿La razón? Unas “diferencias de valores” tan explícitas como la dinamita. Todo revienta tras una cascada de videos donde Lambesis da espasmos de ira, primero con su pareja, luego hasta con su perro. Huelga decir que el pasado del frontman—sí, aquel asunto del sicario y la exmujer—resurge como un monstruo oculto bajo la cama del metalcore… y las redes sociales rugen sedientas de sangre.

Muchos recuerdan aquel 2014, cuando Lambesis fue condenado por intentar contratar un asesinato. Dos años en la sombra. Regresa a la carretera, pero el grupo ya estaba marcado como una diana para la polémica. Este último motín no es una crisis cualquiera: As I Lay Dying explota desde las entrañas, azuzado por la toxicidad y la fama de su propio líder.

¿Víctima? Lambesis no quiere tu compasión

En vez de esconderse, Lambesis responde. Frío, con esa calma post-apocalíptica de quien camina entre ruinas. “No me compadezco”, lanza en redes. “Esto, lo que pierdo y lo que dejo atrás, es la mejor bendición que me ha dado la vida”. Sus palabras caen como plomo en la comunidad metalera, donde los bandos se expanden como un virus: algunos ven en él un superviviente y otros un manipulador sin escrúpulos.

Lambesis matiza: “Puede que intentéis ver en mi defensa una pose de víctima, pero nada más lejos.” El cantante, lejos de buscar indulgencia, se zambulle sin red en el fango de Internet. Los trapos sucios se airean, pero el tipo no suda ni una gota de remordimiento público.

Renacer entre ruinas: nuevo As I Lay Dying, nuevo arsenal

¿Se acabó la banda? Ni de broma. Lambesis recluta sangre nueva: Chris Clancy (bajo y voz limpia), Bill Hudson y Don Vedda en guitarras, Tim Yeung en batería. Un equipo que escupe fuego y no teme la oscuridad de su propio líder. Su primer golpe, “Echoes”, estalla en octubre: riffs colosales, melodía que abraza la catarsis. Es un disparo al pecho de todos los que apostaban por el ataúd del grupo.

Dicen que los grandes regresos solo ocurren con hambre. Y Lambesis lo deja claro: “Vendí mis motos para resucitar As I Lay Dying. Esto no va de pasta, es puro fuego”. Palabras de quien prefiere dejarse la piel antes que renunciar a su legado—por polémico que sea.

Ahora, el grupo se prepara para volver a la carretera con la gira por el 20 aniversario del mítico “Shadows Are Security”. Un símbolo a medias entre expiación y nostalgia metálica para los fieles, tan necesario como el grito en mitad de la tormenta.

¿Redención o simple arrogancia?

La pregunta en todo foro de metal es clara: ¿merece As I Lay Dying una segunda vida, o el pasado de Lambesis seguirá flotando como un fantasma vengativo? Entre los zarpazos del público y la prensa, la banda navega un oleaje de opiniones cada vez más turbulento. Pero, lejos de replegarse, Lambesis clama su verdad y le pisa el acelerador. ¿Sabes qué? Nadie en el metalcore actual se atreve a danzar tan cerca del precipicio… y salir tocando más alto.

Puede que nunca sepamos si la redención de Lambesis es auténtica o simple provocación. Pero lo que está claro es que As I Lay Dying ya no será nunca ese grupo apto para todos los públicos. Bienvenidos al nuevo capítulo: incómodo, abrasador, real.

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