¿Quién dijo que el grunge murió con los 90? Cuando creías que nadie más podía arrancarte una lágrima o un recuerdo del rock alternativo más oscuro y emotivo, Wes Scantlin se descuelga con “Firefly”, el nuevo homenaje de Puddle Of Mudd a las leyendas caídas: Layne Staley, Chester Bennington y Chris Cornell. Tres voces que siguen quemando incluso cuando todo está a oscuras. ¿Preparados para una descarga de nostalgia y redención, llena de luz en mitad de la tormenta?
Un homenaje entre luciérnagas: la chispa inmortal del rock
Puddle Of Mudd vuelve a la carga y no de cualquier manera. El grupo, con Scantlin como superviviente y alma torturada, acaba de lanzar la lyric video de “Firefly” —una pieza que, más que canción, parece conjuro. Es el segundo plato fuerte de Kiss The Machine, su último álbum (publicado en mayo), y pone la carne de gallina de puro simbolismo: una oda a las voces inmortales que lo dieron todo —y lo perdieron— en nombre del rock.
Layne Staley de Alice In Chains, Chester Bennington de Linkin Park, Chris Cornell de Soundgarden. Tres ángeles caídos. Tres historias de talento y sufrimiento, marcadas por la destrucción y las ganas locas de vivir. ¿Hay nombres que duelan más cuando suenan de fondo? Scantlin lo tiene claro: “Su arte encendió el fuego dentro de mí. Esta canción es mi manera de conservar esa chispa, de no dejar apagar la esperanza. Como cuando era un crío y cazaba luciérnagas: alegría pura, encerrada a la fuerza en un tarro, brillando entre la oscuridad.” Imaginar la infancia del frontman, persiguiendo esa luz diminuta en mitad de noches densas y calurosas… Tiene su punto, ¿verdad?
Wes Scantlin y su caótico descenso: ¿renacimiento o caída libre?
Vale, lo sabemos: hablar de Puddle Of Mudd es también hablar de Wes Scantlin y de su enésima batalla contra los demonios. El tipo sigue siendo el único miembro original desde 1991, y por cada subidón artístico hay una caída con sirenas policiales de fondo. Judiciales, drogas, entradas y salidas del calabozo… Escándalos por doquier. En marzo de 2025, otro arresto con acusaciones pesadas: violencia doméstica, drogas… ¿Hasta cuándo? En 2024, hasta el SWAT tuvo que intervenir en pleno delirio. Hollywood puro y duro, aunque sin glamour.
Pero aquí viene lo inesperado: Scantlin dice sentirse mejor que nunca. O al menos, menos peor. Hablando de “Firefly”, se sincera: “Yo también estuve a punto de perderme. La música me salvó, y quizá puede hacer lo mismo por otros. Si sigues leyendo esto, aún hay esperanza. Te lo juro.” ¿No es lo que todos queremos creer del rock and roll?
El legado de lo turbio: ¿por qué seguimos escuchando a Puddle Of Mudd?
Lo curioso del caso es que, desde aquel lejano Come Clean (2001), con singles eternos como “Blurry” o “She Hates Me”, la banda no ha dejado de rodar entre altibajos, escándalos, y una extraña capacidad de resurgir. Morbo, nostalgia, talento, o simple supervivencia: algo, no sabemos bien qué, sigue enganchando.
Quizá sea porque Puddle Of Mudd no teme ensuciarse, ni mirar de frente a la mierda (sí, a veces diciendo las cosas claras, este mundillo es muy hipócrita…). Entre redenciones poco creíbles y caídas estrepitosas, siguen escribiendo canciones para los que preferimos arañarnos por dentro antes que resignarnos al aburrimiento.
¿Y ahora qué? “Firefly” quema, emociona… y nos obliga a mirar atrás
“Firefly” no solo es un track bonito, es una declaración de intenciones; un abrazo a los que ya no están y una promesa para quienes aún buscan luz después del derrumbe. Tan luminosa como melancólica; tan llena de rabia como de ternura fugaz. Cierra los ojos, escucha y respira hondo: esa chispa que no se apaga nunca vive ahora en nosotros. Y sí, quizás hay redención posible, aunque suene a cliché. El rock nunca se rinde del todo.
¿Tú qué opinas? ¿Es “Firefly” un digno tributo, o simple oportunismo? ¿Scantlin es un ave fénix o un kamikaze del siglo XXI? Pásate por los comentarios y deja que la polémica encienda la noche.