Así fue el emotivo homenaje de antiguos miembros de Iron Maiden a Paul Di’Anno en directo

¿Puede un rugido en la garganta convertirse en leyenda? El heavy metal está plagado de historias sobre excesos, genio efervescente y carreras que se funden, se apagan y renacen en el filo del abismo. Pero pocos artistas representan esa pasión autodestructiva —y a la vez gloriosa— como Paul Di’Anno, el primer vocalista de Iron Maiden. Su muerte en octubre de 2024 conmocionó al metal mundial, pero el eco de su voz no se apagó ahí: un homenaje, tan encendido como los propios riffs de Maiden, reunió sobre el escenario a viejos guerreros de la banda y una parroquia de fans con el corazón en la boca. ¿Estás preparado para adentrarte en la crónica del homenaje más auténtico, salvaje y sincero que haya presenciado el metal en años?

Iron Maiden y el reencuentro con su pasado: un tributo inesperado a Paul Di’Anno

Wurzburgo, Alemania. Octubre de 2025. Han pasado apenas doce meses desde que el metal perdió a Paul Di’Anno, y el escenario del festival Keep It True Rising V se ha convertido en altar y ring de batalla. Antiguos miembros de Iron Maiden —hombres curtidos por la carretera, llenos de cicatrices y memoria— se juntaron en la Posthalle para celebrar, no sólo al primer frontman de la banda, sino el sonido visceral y sin domesticar que lo hizo inmortal.

Entre bastidores, resonaba la tensión. El público sospechaba que sería una noche distinta, pero ¿quién esperaba ver a Blaze Bayley —el otro “herido de guerra” de las voces Maiden—, presente pese a superar hace poco un infarto y una operación a corazón abierto? Allí estaban también Terry Rance y Terry Wapram, guitarras pioneras de la era embrionaria, junto al estrafalario Thunderstick (cuyo nombre, sí, rinde tributo al trueno literal que desata con sus baquetas). Añadamos a Tino Troy (de los míticos Praying Mantis, otro linaje del NWOBHM), y a la banda noruega que acompañó a Di’Anno en sus últimos años entre escenarios y hospitales.

La alfombra roja fue, esta vez, una maraña de parches de cuero y miradas húmedas. El micro, empuñado por Roger “Stocky” Stockbroeks (Powervice), tembló durante los versos de “Prowler” o “Wrathchild” como si el propio Paul estuviese rajando el aire otra vez. Y sí, todo quedó grabado en una realización profesional que ya circula alimentando la nostalgia y el debate en el subsuelo digital.

Paul Di’Anno: entre el vértigo y la gloria, una vida brutalmente honesta

Nació en 1958, en los suburbios de Chingford, Londres. Pero fue hijo de otra tribu: la del heavy metal. En el ADN del género palpitan esos dos primeros discos de Iron Maiden —el debut homónimo y Killers— donde Di’Anno dejó un eco de voz cruda, áspera y cien por cien real. Canalla y carismático, desbocado como un caballo salvaje. Sin Di’Anno, Maiden nunca habría olido a peligro ni a gloria.

Ahora bien, nadie baila con la muerte impunemente. Su afición a las noches largas y el carácter volátil le explotaron en las manos: abandonó la nave en 1981, a la vez héroe y apestado, iniciando un vagabundeo de proyectos (Battlezone, Killers, Warhorse) y luchas personales.

Pero Paul nunca fue, ni quiso ser, un mártir del silencio. En escena, incluso en silla de ruedas mientras la salud lo abandonaba, seguía rugiendo. Steve Harris y él se reencontraron fugazmente en 2022, zanjando tres décadas de distancia como sólo lo hacen los viejos lobos.

El 21 de octubre de 2024, Paul Di’Anno se apagó en Salisbury, tras una rotura súbita del saco pericárdico. La muerte, según comunicaron sus hermanas, fue tan rápida como (esperemos) indolora. Pero su música… esa sigue siendo cortante como una hoja de afeitar oxidada.

Apenas un mes antes, vio la luz The Book of the Beast, su testamento sonoro: una antología de su vida tras Maiden. ¿Iba a dejar que le ganara el olvido? No, Paul Di’Anno se fundió en la memoria colectiva del metal. Y esa noche alemana fue el puño en alto que reivindicó su sitio en el panteón del rock.

Así fue el homenaje en Wurzburgo — No te pierdas el instante

El rugido de los fieles, los metales vibrando, las guitarras abriéndose paso entre aplausos y lágrimas. Porque, digan lo que digan, Di’Anno nunca fue solo “el primer cantante” de Maiden. Fue el trueno inicial. Sin él, no habría habido tormenta.

El legado de Paul Di’Anno: memoria, intensidad y verdad sin filtros

  • El heavy metal no olvida: Aunque los tronos cambian de dueño, los cimientos se mantienen. Di’Anno fue uno de esos cimientos.
  • Iron Maiden sigue adelante, pero su ADN es múltiple: Cada etapa, cada voz, suma a una esencia que nunca es pura, siempre es mezcla.
  • Eso que llaman autenticidad: Paul la llevaba tatuada bajo la piel, sudada en cada frase, vivida hasta las últimas consecuencias.

¿Qué nos queda tras el homenaje? Un eco que sigue rozando el tímpano y un recordatorio para quienes creen que el heavy metal es solo ruido. Es memoria, es tribu. Es celebrar a los caídos tanto como a los vivos. Es, sobre todo, verdad. Paul Di’Anno vive —y ruge— en cada riff. Que nadie lo olvide jamás.

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