Paul Stanley, la icónica voz de Kiss, no tiene «ni un ápice de arrepentimiento» por la etapa sin maquillaje de la banda, a pesar de algunas canciones «bastante espantosas». ¿Curioso? Vamos a desentrañar los secretos de esta trasformación que dejó a muchos fans boquiabiertos.
Una transición de luces y sombras
Recientemente, Paul Stanley se unió a Billy Corgan en el podcast The Magnificent Others, para charlar sobre una de las eras más polémicas de Kiss: aquella en la que el maquillaje fue guardado en el baúl entre 1983 y 1995. El resultado fue un conjunto de decisiones estilísticas que rozaban lo absurdo. ¿Vestirse en la oscuridad en una tienda de disfraces? Una descripción que, con humor, Stanley utiliza para recordar esa época. A pesar del cambio, por muy extravagante que fuera, había una fuerte determinación detrás: seguir adelante, cueste lo que cueste.
Críticas a la deriva, pero sin arrepentimientos
Desde discursos humillantes donde se les comparaba con barcos hundidos hasta comentarios mordaces sobre su estilo, Kiss enfrentó el huracán de opiniones con la cabeza en alto. Stanley rememora esos momentos con una claridad asombrosa: «Había más aciertos que errores, cada paso fue auténtico». Temas como «Crazy Crazy Nights» o «Lick It Up» salieron a flote como auténticos himnos, con errores incluidos.
Paul confesó también sobre la icónica gira de despedida de 2000-2001, describiéndola como un periodo sin camaradería. Kiss ha sido, sin duda, una banda que ha puesto a prueba la resistencia, superando momentos de tensión acompañados siempre de un deseo implacable de resurgir.
Kiss ha demostrado ser mucho más que maquillaje y luces, una banda que se ha mantenido en el carril rápido de la industria del rock. Y así, Paul Stanley mira hacia atrás sin lamentos, abrazando tanto el desorden como los destellos de su legado.
