¿Qué pasa cuando el titán del metal siente miedo escénico? Eso es lo que Randy Blythe de Lamb Of God vivió recientemente, una experiencia tan desconcertante como reveladora que no había experimentado desde 2007. ¿Qué eventos revivieron estos escalofríos previos al show? Aquí te lo contamos.
Recordando el miedo en el Download Festival 2007
A menudo, las estrellas del rock parecen inmunes a cualquier tipo de ansiedad, pero incluso los más grandes enfrentan sus demonios. Randy Blythe evocó el recuerdo de un miedo escénico masivo durante su debut en el escenario principal del Download Festival en 2007. «En cuanto giramos una esquina y vi esa multitud de 70 mil personas, se me heló el alma», relataba Blythe. Ese instante de preocupación en el auto se transformó en pura euforia cuando la adrenalina tomó el control: “Salí de allí sintiéndome invencible, como si tuviera garras de acero», recuerda con nostalgia.
El regreso del miedo para una nueva travesía
Pero no fue hasta que se embarcó en su gira de «spoken word» que este veterano del metal revivió esos nervios. A diferencia de sus acostumbrados shows cargados de pirotecnia y energía metalera, esta aventura es solitaria y cruda. «Mi banda es mi red de seguridad, pero ahora voy solo, armado únicamente con historias,» comenta con humor. Con el respaldo de consejos de compañeros como Scott Ian de Anthrax, Randy se prepara para un espectáculo íntimo. Sin embargo, no oculta sus nervios y admite que serán parte del entretenimiento.
Reflexionando sobre el miedo y la creatividad
Blythe también examina cómo enfrentarse al miedo puede nutrir la creatividad, una idea que explora en profundidad en su libro Just Beyond the Light. Narró el conmovedor testimonio de un joven admirador afrontando la leucemia con una serenidad que le cambió la perspectiva sobre la vida y la muerte. “El valor con el que enfrentó su fin me mostró que siempre hay lugar para la calma incluso en las peores circunstancias”, reflexiona Randy. A través de su viaje personal, encontramos a un Blythe más humano y accesible, demostrando que detrás de cada rugido brutal hay un corazón latiendo con fuerza.